Percepción de consumidores de Chile frente a los productos de origen animal
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Percepción de consumidores de Chile frente a los productos de origen animal

Desde la década de los 80s a nivel global se ha recomendado que se reduzca el consumo de productos de origen animal. Lo anterior basado en estudios que “asociaban” la ingesta de estos alimentos con enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, durante la última década nuevos avances y capacidades científicas indican que no existiría causalidad entre ambas. Por ello, recientemente esta justificación se ha mudado a razones éticas y ambientales.

En este contexto, un grupo de investigadores de universidades chilenas y del INIA integrado por el Dr. Fernando Bas (PUC), el Dr. Adrián Catrileo (U Mayor), la Dra. Paula Toro-Mujica (U O´higgins), el Dr. Dante Pinochet (UACh), el Dr. Gastón Sepúlveda-Truan (UFRO), el Dr. Osvaldo Teuber (INIA) y el Dr. Arias (UACh), evaluaron la percepción de un grupo de consumidores chilenos respecto a los productos de origen animal y su impacto sobre la salud y el medio ambiente, dos temas de alta relevancia.

Para ello se elaboró una encuesta electrónica que fue enviada a comunidades universitarias principalmente en las regiones del centro y sur de Chile (académicos, administrativos y alumnos) la que fue respondida por un total de 1812 personas. De ellos 13% correspondió a graduados de enseñanza media completa, un 56% a estudiantes universitarios, 9% a profesionales universitarios y 16% a profesionales con estudios de postgrado. En tanto, sólo un 6% a personas con estudios técnico-profesionales. Asimismo, el 77,9% correspondió a jóvenes (menores de 34 años), mientras que el 16,0 % a 34 a 54 años; y el 6,1% a mayores de 55 años, siendo mayoritariamente mujeres (67,9%).

Un 60% de los encuestados manifestó consumir productos de origen animal, mientras que el 40% declaró no consumirlos. Los menores 35 años muestran mayor predisposición a no consumir productos de origen animal (54%; P <0,01). En tanto son los hombres quienes más los consumen (75,3%), mientras que las mujeres sólo el 53,2% (P<0,01) declara su consumo. La principal preocupación asociada al consumo de productos de origen animal es el nivel de colesterol en estos alimentos (72,3%), independiente del género (P=0,87), nivel educacional (P=0,65) e ingresos (P=0,53). Otros aspectos asociados a enfermedades fueron inferiores al 3,4% siendo inferior al 5,6% que declara que no existen riesgos de salud al consumir productos de origen animal. En lo que respecta a los beneficios de su consumo, hay diferencias en las percepciones (P<0,01), siendo la calidad de la calidad de la proteína (52,4%), el sabor (15,6%) y el aporte de calcio (12,7%), los aspectos principales.

Una gran mayoría

Por otra parte, la principal preocupación asociada al consumo de productos de origen animal es el nivel de colesterol de estos alimentos (72,3%), respuesta que es independiente del género, nivel de educación y de ingresos. Resulta interesante que la percepción sobre otras enfermedades como cáncer, gota etc., es muy baja (3,4%), mientras que el porcentaje de personas que considera que no hay riesgos en su consumo es superior (5,6%). Llama la atención que de manera espontánea no se mencione aspectos ambientales como la huella de carbono, ni tampoco las enfermedades cardiovasculares per se.

RODRIGO ARIAS I., ACADÉMICO DEL INSTITUTO DE PRODUCCIÓN ANIMAL Y DIRECTOR DEL DOCTORADO EN CIENCIAS AGRARIAS DE LA UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE

Finalmente, una gran mayoría de los encuestados (76,1%) conoce la existencia de productos elaborados artificialmente, pero sólo el 35,5% está dispuesto a consumirlos. Se observaron diferencias en los grupos etarios, siendo los > de 35 años los menos dispuestos a consumirlos (22,4%) respecto un 40,3% de los < de 35 años (P < 0,01). Las razones que justificarían su consumo no varían entre géneros (P=0,96), siendo razones éticas y ambientales las más importantes (55,5% y 27,2%, respectivamente). Por otra parte, las razones para no consumirlos no presentaron diferencias por grupos etarios (P = 0,53), nivel educativo (P = 0,15), o ingresos (P = 0,77), siendo la principal causa que estos no son productos naturales (67,4%).

Basado en estos resultados, es posible señalar que los consumidores chilenos asocian mayormente los productos de origen animal como una fuente de aporte proteico, hierro y calcio. Sin embargo, no los asocian con otros importantes nutrientes que estos productos aportan como lo son: los ácidos linoleicos conjugados (CLA), omega-3, colina, vitaminas B2 (riblofavina), B3 (niacina), B6 (pirdoxina) y B12 (cobalamina) y otros minerales como el Selenio y Zinc. Todos ellos de gran importancia en la nutrición humana y alta biodisponibilidad. Por ejemplo, la colina es un compuesto orgánico soluble en agua que no es una vitamina ni un mineral que afecta una serie de funciones corporales vitales. Indudablemente, los más de 40 años de mensajes sobre lo malo del colesterol y las grasas es parte de un dogma, en especial de las nuevas generaciones. En este sentido, es muy relevante destacar que las mismas guías nutricionales para los norteamericanos que limitaban la ingesta de colesterol dietario, a partir del año 2015 eliminaron esta sugerencia, y desde entonces ya no lo consideran un tema relevante, en especial en temas de enfermedades cardiovasculares.

Los resultados obtenidos en este estudio son muy similares a los reportados por IPSOS en el 2018 (https://www.ipsos.com/en/diets-around-world-exploration) en lo que respecta al efecto etario y de los ingresos económicos sobre el consumo de productos de origen animal. Cabe señalar que esa encuesta fue aplicada en 28 países a un total de 20.313 personas, destacando a Chile como un país flexitariano (22%).

Fuente: http://www.camposureno.cl/