La verdad sobre la intolerancia a la lactosa: ¿se nace o se hace?

La verdad sobre la intolerancia a la lactosa: ¿se nace o se hace?

Hay una percepción generalizada de que conforme pasan los años aumenta el número de personas con intolerancia a la lactosa. Mala digestión, dolor abdominal, gases, diarreas, entre otros, son los síntomas más frecuentes que se presentan, y gente a la que siempre le había sentado bien la leche, de un día para otro siente malestar al tomarla. Pero, ¿esto es así o lo que realmente se ha incrementado es la tolerancia a este alimento?

La doctora África González, especialista en inmunología, explica que esta intolerancia se produce por la falta o disminución de la enzima de lactasa, que es la encargada de cortar la lactosa en partes más pequeñas para que puedan ser fácilmente absorbidas por nuestro organismo. «Al tener poca enzima, cuando tomas leche son las bacterias intestinales las que van a romper la lactosa. Eso es lo que te produce ese malestar y ese hinchazón de abdomen, esa sensación de pesadez», aclara. Esto no tiene solución, pues como comenta González y cientos de estudios científicos, ser intolerante a este azúcar, o mejor dicho, tolerante, es algo genético.

Primero debes saber que, en condiciones normales, esta enzima va disminuyendo con la edad. Los niños pequeños tienen mucha cantidad de lactasa para poder tolerar la leche materna, pero conforme cumplimos años debería ir disminuyendo. Esto es algo que ocurre en todos los mamíferos, incluido el hombre. De hecho, en Asia y África es muy frecuente esta intolerancia.

Lo curioso es que en Europa se ha adquirido esa capacidad de tolerar la lactosa. Un estudio de la base de datos OMIM, escrito y editado en el Instituto de Medicina Genética McKusick-Nathans, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, expone que lo raro, a nivel mundial, es ser tolerante a la lactosa. Las investigaciones que en esta base se muestran establecen que esto es algo que se hereda a través de los genes.

l estudio de Bayless y Rosensweig concluyó que la tolerancia o intolerancia a la lactosa es un polimorfismo genético como el daltonismo y el tipo de sangre ABO. Holden y Mace sugirieron que el alelo de persistencia de la lactasa adulta es antiguo y se produce mucho antes de la diferenciación de poblaciones, sobre el 10.000 u 8.000 a.C con la introducción del cultivo lácteo.

Así, unas mutaciones y recombinaciones del ADN en los países europeos debido al cultivo lácteo habrían hecho que, siguiendo una teoría darwinista, en este continente se haya desarrollado más la tolerancia a la lactosa. Los datos de estas investigaciones muestran que esta fuerte presión selectiva se habría debido a la domesticación de animales y el consumo de leche en adultos. Además, McCracken manifestó que un poder de selección del 3 al 5% sería suficiente para explicar la frecuencia actual del alelo de persistencia de la lactasa en zonas como el norte de Europa.

Fuente: https://www.abc.es/