Si bien el ganado bovino es resistente a variaciones térmicas, cuando las condiciones ambientales exceden ciertos umbrales, su fisiología entra en alerta, destinando energía que normalmente usaría para crecer o producir, a mantener la temperatura corporal.
Dr. Rodrigo Arias, director del Instituto de Producción Animal y Director del Doctorado en Ciencias Agrarias de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile.
Con la llegada del invierno, los sistemas ganaderos del centro, centro-sur y sur de Chile enfrentan un desafío que muchas veces pasa desapercibido: el estrés por frío. Este fenómeno afecta el bienestar, la salud y la productividad de los animales, generando pérdidas económicas para los productores. Si bien el ganado bovino es resistente a variaciones térmicas, cuando las condiciones ambientales exceden ciertos umbrales, su fisiología entra en alerta, destinando energía que normalmente usaría para crecer o producir, a mantener la temperatura corporal, es decir, a mantener su balance térmico en desmedro de la producción.
¿Qué es el estrés por frío?
En realidad, más que el frío per se, corresponde a un cambio en el ambiente térmico durante el periodo invernal que ocurre cuando la temperatura ambiental (TA) desciende y que se conjuga con la presencia de viento y lluvia, o bien una alta humedad relativa. Estas condiciones escapan a lo que se conoce como zona termo-neutral y que obliga a los animales a modificar su comportamiento, el consumo de alimentos, así como el destino y uso de los nutrientes ingeridos.
Dr. Rodrigo Arias Inostroza.
La zona de confort varía según la edad, la raza, el estado fisiológico y las condiciones de manejo de los animales. Por ejemplo, para un bovino adulto de carne en buenas condiciones corporales, el límite inferior puede estar en torno a los -10°C, pero para terneros o animales enfermos, puede comenzar ya bajo los 10°C, especialmente si tienen su cuerpo mojado y están expuestos al viento.
En términos fisiológicos, el estrés por frío obliga al animal a aumentar su tasa metabólica para generar más calor y mantener su temperatura corporal dentro de los rangos que optimizan su metabolismo. Esto, usualmente, se traduce en un mayor consumo de alimento y una redistribución de energía que afecta directamente el crecimiento, la producción de leche, la inmunidad y la reproducción. Si no se compensa esta demanda energética adicional, el animal comienza a perder peso y se vuelve más susceptible a enfermedades respiratorias y digestivas.
Chile presenta una diversidad climática considerable, pero son especialmente vulnerables las zonas ganaderas de las regiones de La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y parte de Aysén y Ñuble, donde los inviernos son fríos y húmedos, con frecuentes lluvias, vientos, temperaturas bajo cero y en algunos casos nevadas. En estas regiones la temporada de otoño-invierno se caracteriza por abundantes precipitaciones (800 a 2000 mm/año) en un periodo que puede extenderse al menos de 5 a 7 meses, lo que crea importantes condiciones de barro, así como una condición de pelaje húmedo y barro adherido de forma persistente en los animales.
Lluvia y viento, los enemigos invisibles
En general el foco se pone mucho en la TA y nos preocupamos cuando esta se acerca a cero o están bajo cero. Sin embargo, el viento y la lluvia aumentan la pérdida de calor por convección y conducción, reduciendo la efectividad del abrigo natural del pelaje del bovino. Este efecto se agrava en animales mojados o con barro adherido al cuerpo, condiciones comunes en sistemas de corrales y pastoriles en invierno, especialmente en los denominados potreros de sacrificio. En un estudio realizados en nuestra unidad de engorda en la Universidad Austral de Chile encontramos que animales redujeron sus ganancias diarias de peso (GDP) en 50,5% y un 42,5% en animales que estaban consumiendo dietas con 1,85 y 2,72 veces la energía de metabolizable de mantención en corrales con profundidades de barro que llegaron hasta 20 cm en promedio. Así entonces, la combinación de bajas TA, pelaje húmedo, barro en el cuerpo y profundidad del barro en el corral podría explicar las bajas GDP y una peor eficiencia de conversión.
Otras investigaciones han reportado que las GDP disminuyen a medida que la TA disminuye por debajo de los 20 °C y que existe gran sensibilidad en la GDP debido a la velocidad del viento con animales mojados. Por ejemplo, los animales con pelaje húmedo disminuyeron la GDP en un 8,2% cuando la TA baja de 20 a 10 °C y en 46,4% cuando baja a 0 °C. De manera similar, los animales con pelaje húmedo y expuestos a vientos de 1,78 m/s muestran una disminución del 44,3% en la GDP. Por último, estudios realizados en los años 70s reportan que la GDP disminuye en 14,7% cuando el ganado estuvo expuesto a 10 min/h de lluvia artificial y en un 30,2% debido a las condiciones de barro en el corral.
Cabe señalar que la ingesta de alimento y en consecuencia de energía tiene un directo efecto sobre la calidad de la canal y la carne, ya que los animales alimentados con dietas más energéticas muestran un mayor peso de la canal caliente y mejores calificaciones de calidad. Por ello el uso de esta energía para balance térmico repercutirá en animales con peor calidad de la canal y de la carne obtenida.
¿Qué animales son más vulnerables?
No todos los animales se ven afectados por igual. Los más susceptibles al estrés por frío son:
· Terneros recién nacidos y menores de 2 meses, especialmente si no reciben calostro suficiente o si nacen en ambientes húmedos y expuestos. En terneros, el estrés térmico puede duplicar la mortalidad si no se aplican medidas correctivas, afectando seriamente la reposición del rodeo. En vacas de leche, se ha observado una caída de hasta un 20% en la producción diaria bajo condiciones de frío extremo no mitigado.
· Animales con bajo estado corporal (puntaje menor a 2,5 en escala de 1 a 5).
· Razas lecheras y razas de carne de pelo corto.
· Animales enfermos o inmunodeprimidos.
· Animales recién destetados o en proceso de transporte, debido al estrés adicional.
En tanto los signos más comunes de estrés por frío incluyen:
· Temblor y letargo, especialmente en terneros.
· Aumento en el consumo de alimento, sin ganancias de peso esperadas.
· Disminución en la producción de leche.
· Mayor incidencia de enfermedades respiratorias, como neumonías.
· Reducción en la eficiencia de conversión alimenticia.
· Pérdida de peso y condición corporal.
Medidas de prevención y manejo
Frente al estrés por frío, la clave está en prevenir y adaptar el manejo ganadero. Algunas recomendaciones clave incluyen:
1. Provisión de abrigo y resguardo. Implementar cortavientos naturales o artificiales (cortinas de árboles, cercos de madera, estructuras móviles). Asegurar el acceso a galpones, cobertizos o zonas elevadas y secas, especialmente para terneros recién nacidos. Proveer camas secas con viruta, paja o residuos vegetales en corrales de maternidad.
2. Manejo nutricional. Incrementar el aporte energético en la dieta durante los períodos fríos. Se estima que por cada 1°C por debajo de la zona termo-neutral, el requerimiento energético puede aumentar entre un 2 a 3%. Usar concentrados o suplementos de alta digestibilidad para compensar el mayor gasto calórico. Asegurar acceso constante a agua limpia y no congelada.
3. Cuidado de la salud animal. Asegurar un buen plan sanitario, con especial atención a la prevención de enfermedades respiratorias. Control de parásitos internos, que afectan la eficiencia energética. Monitorear signos de hipotermia en terneros y responder rápidamente con abrigo, secado y alimentación adecuada.
4. Manejo del parto en invierno. Concentrar los partos en instalaciones protegidas. Disponer de potreros protegidos (bosquetes) para los partos y secado rápido de los terneros tras el nacimiento, especialmente en condiciones de vientos dominantes. Garantizar un adecuado consumo de calostro durante las primeras horas.
5. Uso de tecnologías. Monitoreo de clima a través de índices de confort térmico como el CCI (Índice Comprensivo Climático) disponible en la App “Termómetro Lechero” (accesible a través de App Store y Google Play) y que sirve para ganado de carne y leche. Aplicación de mantas térmicas o chaquetas para terneros en climas más extremos.
Conclusiones
El estrés por frío es un problema real en la ganadería chilena que muchas veces se subestima. Sus efectos, aunque no siempre visibles de inmediato, se traducen en pérdidas productivas importantes, aumento en los costos veterinarios y en la ineficiencia alimentaria. Implementar prácticas de manejo preventivo y adaptativo permite minimizar su impacto, mejorar el bienestar animal y sostener la rentabilidad del sistema ganadero. A medida que los fenómenos climáticos extremos se vuelven más frecuentes, es indispensable que los productores incorporen estrategias para enfrentar condiciones adversas como el frío intenso y prolongado. Invertir en bienestar animal no solo es una responsabilidad ética, sino también una decisión estratégica para la sostenibilidad y competitividad del sector ganadero chileno.
Fuente: https://www.diariolechero.cl/