Por Dominique Barra, 6 de octubre de 2025 | 15:25
A propósito del aumento de temperaturas, en Reporte Agrícola, te entregamos recomendaciones para proteger la salud y productividad de los bovinos durante días calurosos.
Con la llegada de la primavera y el progresivo aumento de las temperaturas, los productores ganaderos enfrentan un gran desafío para el bienestar animal y la productividad de sus rodeos: el estrés calórico. Este fenómeno se define como el conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan en los animales en ambientes con elevada temperatura, los cuales llevan a una disminución en la eficiencia productiva.
Los signos que con mayor frecuencia pueden observarse en los bovinos son, en primera instancia, el aumento de la frecuencia respiratoria y del consumo de agua, así como la búsqueda de sombra. A medida que las condiciones se agravan, los animales presentan disminución de los desplazamientos, reducción del consumo de alimentos, jadeo, salivación excesiva y protrusión de la lengua. Como consecuencia del estrés calórico, disminuye la fertilidad, la producción y el rendimiento de los rodeos, mientras aumenta el riesgo de muerte por golpe de calor.
Para evaluar las condiciones ambientales, los especialistas utilizan el Índice de Temperatura y Humedad (ITH), un número que determina si el ambiente resulta estresante para los bovinos. En bovinos para carne un ITH ≥ 75 se considera nivel de alerta, ≥ 79 de peligro y ≥ 84 de emergencia. Para los bovinos lecheros un ITH>72 ya se considera nivel de alerta. La susceptibilidad varía según factores propios del animal: los animales de pelaje negro y en etapas de terminación son los más propensos a sufrir ante elevadas temperaturas, entre ellos los más perjudicados los más engrasados.
Una de las medidas más efectivas es proveer espacios de sombra suficientes. La sombra de árboles es una de las más efectivas, ya que no solo disminuye la radiación, sino que produce menor temperatura del aire por la evaporación desde las hojas. Cuando se utilice sombra artificial, debe colocarse a una altura de entre tres y cuatro metros para permitir la circulación del aire, disponiendo entre dos y cuatro metros cuadrados por animal.
El agua es otro factor fundamental. Un bovino adulto consume diariamente el 7 % de su peso vivo en agua, mientras que una vaca puede consumir en promedio hasta 107 litros por día, mientras que una lechera de alta producción puede ingerir hasta 140 litros por día. Los bebederos deben estar accesibles, con caudal y presión adecuados, y el agua debe ser fresca y limpia.
En cuanto al manejo, los expertos recomiendan evitar actividades estresantes durante las horas de más calor. Los encierres y trabajos en manga deben realizarse a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde-noche. Se debería emplear sombra artificial o natural especialmente entre las 11.00 a las 18.00 horas para que los animales descansen adecuadamente.
Para sistemas lecheros, se sugiere la implementación de ventiladores y aspersores en patios de espera y áreas de comederos, combinando períodos cortos de mojado intensivo con momentos prolongados de ventilación. Cuando se prevean temperaturas elevadas, se puede refrescar la hacienda bien temprano a la mañana o durante la noche, utilizando un caudal suficiente para penetrar el pelo.
Los productores deben permanecer atentos al comportamiento de los animales para identificar síntomas de estrés calórico de manera temprana. Para que un animal expuesto a condiciones de estrés térmico pueda perder el calor acumulado a lo largo del día y recuperarse, se estima que la temperatura debe descender por debajo de los 21 °C en la noche durante al menos unas seis u ocho horas.
Fuente: https://www.reporteagricola.cl/