Pautas para utilizar correctamente los suplementos alimenticios en sistemas lecheros a pastoreo

Pautas para utilizar correctamente los suplementos alimenticios en sistemas lecheros a pastoreo

Estos elementos, que pueden aportar energía, proteínas y materia seca, deben ser administrados según las necesidades nutricionales del animal,  la  disponibilidad de forraje, así como la cantidad y calidad de pasto en la pradera. Sin un manejo adecuado, se pueden producir cuadros de desnutrición e incluso de acidosis ruminal.

En sistemas lecheros, la suplementación alimenticia permite complementar el déficit de forraje o de la pradera durante ciertos meses del año al aportar kg de materia seca (NIS) a la dieta y así satisfacer los requerimientos nutricionales de los animales, lo que a su vez eleva el aporte energético y proteico de la alimentación a la vaca.

“Los concentrados (para suplementar) pueden ser clasificados en energéticos como los cereales y subproductos de la industria agroalimentaria o proteicos como semillas de oleaginosas. Los principales utilizados en el sur de Chile son maíz, avena, triticale, afrecho de raps, afrecho de soya, lentejas”, dice Emilio Martínez, académico del Instituto de Ciencia Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral de Chile.

El especialista añade que las empresas de alimentos disponen de mezclas de estas materias primas peletizadas con procesamiento de molienda y térmicos lo que facilita el acceso a los productores.

Respecto al tipo y calidad de concentrados que debe usarse en cada sistema productivo depende directamente de la calidad del forraje que consumen las vacas ya que las praderas podrían registrar grandes variaciones nutricionales ya sea en su contenido de proteína y/o energía.

Por ello y con el fin de facilitar la entrega de suplementos, se recomienda identificar si la época es favorable (primavera) o desfavorable (verano) para las praderas y su desarrollo, ya que esto marca si los niveles  de proteína son suficientes para satisfacer los requerimientos de los vacunos.

“Si los animales están consumiendo una pradera de excelente calidad en primavera deberían complementarse con un concentrado de bajo nivel proteico (12% proteína cruda o PC) y alta energía basada en almidón (>3,0 Ncal/kg EM) para balancear en la ración la alta proteína de la pradera (25% PC). Contrariamente, animales consumiendo una pradera en verano deberían utilizar un concentrado de mayor contendido proteico (21% - 22% PC)”, dice Martínez.

Este tipo de suplementos no solo permite mantener e incluso aumentar la producción de leche y sólidos, sino que utilizar de forma más eficiente el forraje de la pradera y mantener la condición de la vaca a través del año.

“El consumo de pradera logra ciertos máximos (nutricionales), los suplementos permiten sobrepasar estos máximos que se obtienen sólo con pradera”, complementa Rubén Pulido, académico del Instituto de Ciencia Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral de Chile.

Además, esto permite ocupar la totalidad de la capacidad genética de una vaca para producir leche. Esto se debe a que estos animales podrían estar produciendo menos de lo que indica su capacidad productiva debido a que la pradera o los alimentos que se le entregan no satisfacen sus necesidades alimenticias.

“Se recomienda usar suplementos cuando el potencial genético de las vacas es mayor de lo que pueden producir consumiendo exclusivamente praderas o forrajes conservados y si la relación de precio de la leche y de los concentrados lo permite”, recomienda Martínez.

A ello se suma que la suplementación tiene dos efectos, uno inmediato y otro a largo plazo.

Mientras en el corto tiempo los animales mejorarán su condición, en un plazo más extenso se ven otros beneficios que pueden hacer la diferencia a nivel productivo.

“En la suplementación existen dos grandes efectos: el inmediato donde las vacas producen más y se ponen más pintosas, pero también hay un efecto a largo plazo donde la vaca, al estar mejor nutrida, mejora sus características reproductivas, calidad de la leche y nos permite hacer mejor uso de la pradera”, dice Pulido.

 

Suplementos líquidos y su rol en la producción lechera

Otra de las alternativas que han surgido en el último tiempo son los suplementos líquidos, particularmente aquellos basados en melaza, los que han demostrado aportar proteína cruda, azúcares y materia seca, además de disminuir las emisiones de metano, según diversos ensayos realizados.

Uno de los ensayos, realizados por la Universidad de Reading junto a ED&F Plan y que aborda los efectos de la melaza líquida sobre la digestión del animal determinó, entre otras cosas, que este tipo de concentrados disminuye la concentración de nitrógeno en la orina del animal permitiendo que este se mantenga en el cuerpo de la vaca favoreciendo el crecimiento bacteriano en el rumen.

Para ello entregaron un producto basado en melaza líquida que contenía proteína verde a una concentración de 18%, azúcares a un 35% y un 67% de materia seca.

“Los resultados demuestran que al entregar I,4 kg (de suplemento de melaza líquida) por cabeza de ganado, aumentó la digestibilidad de fibra detergente neutra (FDN), esto significa que la vaca hace un mejor uso del forraje cultivado Io que permite que el animal aumente su valor nutricional por cada masticado realizado”, explica Robby Bondurant, PhD Animal Science de Empresas lansa Nutrición Animal, en el marco del 9º Congreso Internacional Chilelácteo 2022 organizado por Fedeleche.

Bondurant hace hincapié en que el pH ruminal se mantuvo estable entre 6.2 y 6.3 por lo que la hipótesis de que agregar azúcar aumentaría el pH ruminal provocando acidosis no tendría sustento en este caso.

En un segundo estudio, realizado también por Universidad de Reading junto a ED&F Nan, al entregar nuevamente 1,4 kg por cada cabeza de ganado, se determinó que este suplemento aumentó el consumo de materia seca de 0.1kg/día por cada animal, también se registró un aumento de 0.83kg/día en leche corregido por grasa, un incremento de 0.65kg/día de energía corregida por grasa y una expansión de 0.03% de grasa en la leche.

“La mejora en la digestibilidad de la fibra generó un aumento de producción microbial en el rumen lo que Ilevó a un incremento en la calidad de la leche”, dice Bondurant, explicando cómo se generaron las cifras entregadas anteriormente.

Respecto a cuánta melaza líquida aplicar para alcanzar estos resultados, el especialista asegura que lo mejor es entregar de 5% a 8% de azúcares dietéticos —como la melaza— por cada porción de materia seca. Esto sería suficiente para ayudar al crecimiento microbiano dentro del rumen.

“Este aumento en la población microbiana ayuda en la producción de leche y en la digestibilidad. Todo esto trabaja en conjunto para una mejor función en el rumen. No importa si se mezcla en una ración, en un sistema cerrado o pastoril. Los datos van a decir que funcionan igual”, enfatiza Bondurant.

 

¿Cómo obtener el máximo beneficio utilizando suplementos?

Independiente de si se apostará por suplementos tradicionales —como cereales— o aquellos líquidos — como la melaza—, para maximizar sus beneficios será fundamental conocer en qué épocas es mayor el déficit forrajero, así como los momentos donde la calidad nutricional de las praderas disminuye.

“De esa manera se puede optar por la mejor alternativa de suplementación, bien sea por falta de proteína y/o energía. Con ello, el productor podría alcanzar el potencial productivo de sus animales. También es importante considerar el tipo de animal, etapa fisiológica y niveles de producción”, dice Ignacio Beltrán, investigador del INIA Remehue.

En este sentido, plantean los especialistas, lo recomendado es realizar un balance forrajero, es decir, determinar cuántos kilos de materia seca (NS) aporta la pradera en el año y su distribución y cuántos kg va a requerir el sistema. Esto permitirá saber la cantidad de alimento a complementar mediante la suplementación.

“También es importante saber cuáles son los requerimientos nutricionales de los animales, los que están determinados por el nivel productivo, peso vivo, etapa de la lactancia y sólidos en leche, entre otros”, dice Beltrán.

AI tener claridad sobre la cantidad de nutrientes que requieren los animales, añade Beltrán, será posible determinar el nivel de suplementación para asegurar su nivel productivo. Además, se debe considerar el precio del suplemento.

“En este punto del proceso es fundamental el nutricionista del predio, ya que será el encargado de formular una ración a bajo costo”, es decir, que permita satisfacer los requerimientos de los animales al menor costo posible”, complemente el investigador del INIA Remehue.

Este cálculo es relevante puesto que no existe una “receta” de suplementación aplicable a todos los productores por igual.

Así, por ejemplo, en vacas con un nivel medio-alto de producción de leche, generalmente se requiere una suplementación con concentrado energético, pero si esta producción es baja, lo mejor sería suplementar con forrajes conservados y cultivos suplementarios.

“En los últimos años, se han usado brassicas forrajeras como el nabo y raps para los meses de verano, y coles y rutabaga para periodos de invierno. Estas tienen altos contenido de nutrientes y alta producción de materia seca, sin embargo, su inclusión en la dieta no debe superar el 50%”, ejemplifica José Daza, investigador y extensionista de INIA Tamel Aike.

Otro punto relevante se relaciona con la forma en la que estos suplementos se incorporan a la dieta, ya que lo ideal es que esto, en un principio, sea parcializado para que el animal se vaya acostumbrando a la incorporación de los nuevos sustratos.

En caso contrario, si se incorporan de golpe en la dieta, pueden aparecer diversos efectos adversos.

“Hay que tener en cuenta que excederse con la suplementación pueden generar cuadros de acidosis que producen alteraciones en la mucosa ruminal o que generan toxinas que generan problemas podales. Y una vaca con dolor, Ilega más tarde al potrero, no compite, no come y finalmente no produce”, dice Pulido.

A esto se suma que el suplemento no debe generar una tasa de sustitución de la pradera que sea muy elevada, es decir, no se puede sustituir la pradera con estos elementos.

Por tanto, el alimento debe provocar una baja tasa de reemplazo de la pradera.

“El suplemento genera una tasa de sustitución. Esto quiere decir que si se entrega un suplemento que produce mucho remplazo de pradera, este aportará poco. El efecto sumativo sobre el consumo va a ser bajo. Se necesita un alimento que genere una baja tasa de remplazo de pradera ya que genera un mejor efecto aditivo-sumativo que permite un mejor consumo tanto de materia seca como de los nutrientes”, cierra Pulido.

Por Rolando Araos Millar

 

Fuente: https://www.elmercurio.com/campo