El silencioso impacto de los perros asilvestrados

El silencioso impacto de los perros asilvestrados

La muerte de la guía turística Daniela Gamboa, ocurrida a mediados de octubre en San Pedro de Atacama, como consecuencia del ataque de una jauría de perros, reavivó el debate por cómo controlar el actuar agresivo de estos animales tanto en zonas urbanas como rurales, ya que solo en los primeros seis meses de este año se registraron más de 33 mil atenciones de salud por mordeduras, según los datos del Ministerio de Salud, las que en 2022 sumaron 60.588 casos.

El tema no es nuevo para el sector silvoagropecuario y genera malestar especialmente en el rubro ganadero, ya que aseguran que los ataques de los llamados 'perros asilvestrados' es un motivo constante de preocupación, pérdidas económicas y gastos adicionales, donde buena parte de los productores se ven afectados en forma repetitiva.

'No conozco a ningún productor de leche que no haya sufrido ataques de perros asilvestrados, por lo que estamos hablando a lo menos de 2.500 productores o 500 mil vacas que alguna vez han sufrido este problema, y no es algo que ocurra solo un par de veces, sino que permanentemente', explica Marcos Winkler, productor de leche de Purranque y presidente de la Federación de Productores de Leche.

Aunque asegura que este gremio y otros asociados a la agricultura han presentado el negativo impacto que generan estos perros ante instituciones de gobierno, municipios y gobiernos regionales, hasta ahora se sienten atados de manos, ya que no cuentan con medidas disuasivas ni de control frente a los ataques.

'No tenemos herramientas claras para saber qué hacer frente a un perro asilvestrado y cuando preguntas a las entidades quién es responsable de dar respuesta al problema, ninguna organización quiere hacerse cargo, y si un agricultor hace una denuncia en Carabineros, por ejemplo, tampoco es escuchado', plantea.

Si bien no existen datos oficiales que reflejen el impacto de los perros asilvestrados en la ganadería, en Aproleche Osorno estiman que solo en la Región de Los Lagos habría registros de ataques a unos 500 bovinos al año, lo que podría ser un número mucho mayor debido a que buena parte de los ganaderos no los denuncia formalmente.

'Es difícil dar una cifra porque los productores están muy cansados de la no acción. Cuando los animales sufren un ataque, deben hacer la denuncia, pero luego se inicia la investigación y no hay perros, no hay nada, o incluso, si logran identificar a un perro que tiene dueño conocido, es casi imposible probar que hicieron el ataque', explica Anita Jans, gerente de Aproleche Osorno.

Impotencia de los ganaderos

Uno de los temores de los ganaderos es la oposición que enfrentan por parte de organizaciones de defensa de los animales y mascotas al mostrar el problema que enfrentan en el campo con los perros asilvestrados, a los que describen como especies que no tienen dueño y deambulan libremente entre bosques y zonas rurales en busca de alimento y entretención, ya que desarrollan su instinto de caza al morder y corretear a otros animales por placer y no para comérselos.

Solo durante este año, el productor de leche y médico veterinario Arturo Gebauer ha perdido a 25 bovinos debido a los ataques de perros en la zona de Puerto Octay, y comenta que también ha tenido consecuencias negativas con el resto de su ganado producto del estrés que enfrentan las vacas y terneras.

'Los animales arrancan despavoridos y en algunos casos caen a fosos y se mueren, rompen los cercos, se mezclan con otros lotes y permanecen en ese estado de estrés por un período largo, nos causa un daño económico enorme y un desgaste tremendo al tener que hacer trabajos que no tendrías por qué estar haciendo, como volver a organizar esos lotes y reparar los cercos… Este invierno fue caótico', explica.

También reclama las inconsecuencias que se generan cuando, por una parte, para tener su predio certificado con el Programa de Planteles Animales bajo Certificación Oficial (PABCO) del Servicio Agrícola y Ganadero se le exige que sus propios perros no deambulen por los lugares donde pastorean los bovinos para evitar la transmisión de enfermedades, no existan herramientas ni instituciones que los apoyen para evitar los ataques de otros perros.

'Hoy, el Estado por un lado me exige que mis perros no anden libres para poder ser PABCO y exportar, pero no se hace nada contra los perros que nos atacan y que no puedo controlar', dice.

Frente a las sucesivas agresiones a su ganado, comenta que adoptó medidas disuasivas para espantar a los perros, como instalar disparadores a gas que se usan para espantar a los pájaros de las siembras, pero asegura que después de un tiempo los perros se acostumbraron y volvieron a atacar.

'La ley de caza contempla la posibilidad de que, mediante un decreto supremo, algunas especies que estén declaradas como dañinas sean cazadas cuando por sus características o hábitos naturales o adquiridos están ocasionando perjuicios graves a alguna actividad humana o están causando desequilibrios de consideración en los ecosistemas, por lo que se debería permitir cazar a estos perros asilvestrados que cumplen con lo que describe la ley', plantea Arturo Gebauer.

 

Tenencia irresponsable

Entre las dificultades para visibilizar los daños que generan los perros asilvestrados, además de la falta de una institución que se haga cargo, están las escasas estadísticas asociadas a la existencia de perros, tenencia de mascotas y registro de ataques, que permitan contar con una dimensión objetiva de su impacto.

Hace dos años se publicó el primer estudio de población animal en Chile, encargado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere) a la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Católica, el cual reveló que existen más de 12 millones de perros y gatos con dueños en el país, y unos 3,4 millones de perros que no tienen ninguna supervisión.

Además, los datos muestran que el 51% de las mascotas duerme afuera de las casas y que solo el 27% tiene microchip y está inscrita en el Registro Nacional de Mascotas, tal como obliga la ley de tenencia responsable de mascotas, más conocida como Ley Cholito.

'El primer problema hoy está en la normativa, porque si bien se exige registrar a las mascotas, la gente no lo hace porque sabe que hay una ley detrás que los puede sancionar y tampoco ven un incentivo para hacerlo', dice Fernando Mardones, profesor de la Escuela de Medicina Veterinaria de la U. Católica, a cargo del estudio.

En ese sentido, plantea que si se suma el impacto sobre los ganaderos a las mordeduras que se registran cada año a miles de personas y a los efectos negativos de los perros asilvestrados sobre la fauna silvestre –donde contagian enfermedades y matan a otros animales, como aves acuáticas, huemules y pudúes–, se trata finalmente de un problema de salud pública relevante, que debe ser abordado por diferentes ministerios.

'Nosotros vemos que este es un problema multidimensional, asociado a la salud pública, la vida silvestre, el impacto en la ganadería y de las mascotas que son abandonadas, y se debe abordar desde todas esas dimensiones', dice.

Uno de los primeros pasos, según Fernando Mardones, debería ser incluir una clase o contenidos sobre la tenencia responsable de mascotas en las primeras etapas de formación en los colegios, considerando que tres de cada cuatro viviendas en Chile tienen una mascota.

Por otra parte, cree necesario implementar programas de esterilización permanentes, ya que existe una sobrepoblación de perros y gatos, y luego analizar dentro de cada familia si son capaces de mantener económicamente y cuidar a un animal.

'En el mundo rural hoy no vemos indicadores objetivos como para decir que estamos ante un fenómeno que aumenta en el tiempo o si está localizado en algún lugar o en ciertas regiones, ni qué impacto genera. Lo que vemos es que no hay una coherencia entre estamentos como Indap, Conaf, SAG, Subdere o Minsal como para abordar este tema… Pero, claramente, en la situación que estamos como país, se debe tomar algún tipo de medida mucho más drástica', asegura Fernando Mardones, ante la opción de permitir la caza de ciertos perros asilvestrados.

Por otro lado, el jefe de la división de protección de los recursos renovables del SAG, Alexis Zepeda, sostiene que la ley actual ya prohíbe que los perros puedan deambular en la vía pública sin el control de una persona, por lo que apunta a la necesidad de hacer cumplir la normativa vigente.

'Si se aplicaran y fiscalizaran estas normativas, disminuirían los perros de libre circulación y, por lo tanto, la depredación sobre el ganado y la fauna silvestre', plantea.

 

Control estricto

En Alemania, quienes tienen perros deben pagar un impuesto anual que varía entre los US$ 5 y US$ 200 según la ciudad del país, cuya recaudación aumenta año a año y se destina a las municipalidades para cubrir los costos de los programas asociados a estas mascotas.

Siguiendo ese ejemplo, en España se aprobó una nueva ley de bienestar animal que, entre otras cosas, exige a los dueños hacer un curso de formación y contratar un seguro de responsabilidad civil por daños a terceros durante toda la vida del perro, además de contar con un dispositivo de geolocalización en el caso de los perros de pastoreo.

'En Chile también se podría discutir, con una mirada muy regulatoria, si se pueden tomar medidas como limitar el número de mascotas que se puede tener como máximo por vivienda, o implementar alguna regulación… Educar, esterilizar y controlar a la población considerando la eutanasia bajo ciertos criterios y medidas de bienestar animal son medidas que se deben analizar', plantea Fernando Mardones.

Desde 2018 que está en el Congreso un proyecto de ley presentado por el diputado Harry Jürgensen para declarar a los perros asilvestrados como una especie exótica invasora, y de esa manera exigir su control por parte de las autoridades, acogiéndose a la ley de caza.

Para eso se propone que, de aprobarse la posibilidad de cazar a los perros asilvestrados con el objetivo de proteger a las personas o a distintos tipos de ganado, la persona debe estar inscrita en alguna asociación gremial de agricultores u otra organización que le permita quedar exento de sanciones.

Partidarios de la defensa de la fauna nativa también lo consideran una opción necesaria para proteger a otras especies, ya que según los datos de la Conaf, el 86% del Sistema Nacional de Áreas Protegidas registra como principal amenaza para la fauna nativa la presencia de perros.

'El Ministerio de Medio Ambiente debería contar con los recursos y ser la principal autoridad que empuje las políticas públicas contra los perros asilvestrados, porque sino van a ser los responsables por omisión de la extinción y el acoso de diferentes especies en Chile… Aquí hay una negligencia, una falta de administración de servicios por parte del Estado por cautelar el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, que abraza la protección de toda la naturaleza', plantea Nicolás Prado, ganadero de Panguipulli y abogado especialista en medio ambiente, quien ha enfrentado sucesivos ataques de perros a sus bovinos.

 

LAS CIFRAS QUE MANEJA EL SAG

Desde hace once años que el SAG cuenta con un procedimiento de atención de denuncias para los ataques de carnívoros al ganado doméstico. lo que les permite verificar en terreno los daños que se generan frente a las denuncias de los ganaderos, incluyendo a los ataques de perros.

De acuerdo a eso, el jefe de la división de protección de los recursos renovables del SAG, Alexis Zepeda, indica que entre 2012 y agosto de este año han recibido 619 denuncias que incluyen a perros como responsables, lo que corresponde al 20% del total de las denuncias que han recibido en ese período por depredación de ganado, donde no se hacen distinciones entre perros con dueño o salvajes. Las regiones más afectadas son Aysén, Los Lagos.

Los Ríos y Magallanes, y la especie más dañada son los ovinos, con 6.062 animales de- predados, seguidos por las aves de corral, con 2.389 animales. "A pesar de que hay un mayor número de verificaciones en terreno donde se concluyó al puma como depredador responsable, el total de animales depredados por el perro es mayor. En los ovinos, por ataque, el puma depreda en promedio 3,2 animales, mientras que el perro llega a 9,8 por ataque", explica Alexis Zepeda.

Autor: PALOMA DÍAZ ABÁSOLO -

Fuente: El Mercurio - Revista del Campo