El año 2025 ha traído un cambio inesperado en el mercado lácteo global. En solo unos meses, la producción de leche de vaca ha experimentado un crecimiento acelerado que está superando la capacidad de absorción de la demanda mundial. Con aumentos simultáneos en Europa, el Reino Unido y Estados Unidos, el exceso de oferta se perfila como uno de los desafíos más relevantes del sector agroalimentario de cara a 2026. Pero ¿cuáles son las causas de esta situación?
En el Reino Unido, la producción de leche ha alcanzado niveles extraordinarios, con un incremento interanual del 6,0 % en lo que va del año. Este aumento se ha sustentado en márgenes de beneficio excepcionales, resultado de unos precios de la leche superiores a la media y de piensos concentrados más baratos que en años anteriores. El contexto de rentabilidad ha impulsado a los productores a ampliar sus explotaciones, elevar el número de vacas y extender el periodo de lactación.
Este crecimiento, sin embargo, no está aislado. Según las estimaciones de StoneX, el incremento del suministro británico forma parte de una tendencia global que combina condiciones favorables de producción con una demanda internacional estancada. La consecuencia inmediata es una presión bajista sobre los precios, que podría extenderse durante los próximos trimestres.
Europa: el resurgir tras la lengua azul
La Unión Europea, que concentra el 48 % de la producción lechera mundial entre los seis principales exportadores, ha sido testigo de un fenómeno singular. Durante 2024, la expansión estuvo contenida debido a la epidemia del virus de la lengua azul, transmitido por mosquitos y responsable de graves descensos en la producción y en la fertilidad del ganado. Sin embargo, en 2025, tras la reducción de la incidencia del virus, los rebaños han retomado su ritmo de producción.
StoneX señala que este repunte tiene dos motores principales: una recuperación en los partos (tras el retraso provocado por el virus) y la mejora de los márgenes de producción. Se estima que un tercio del crecimiento observado desde agosto proviene del cambio en el patrón de partos y dos tercios de la rentabilidad del sector.
Las cifras de Eurostat para septiembre confirman un aumento del 6 % interanual en la producción europea de leche. Alemania lidera el repunte con 120 millones de litros adicionales (+4,9 %), seguida por Francia (104 millones de litros, +5,9 %) y los Países Bajos (71 millones de litros, +6,9 %). Polonia, aunque menos afectada por el virus, también contribuyó con 47 millones de litros gracias a unos buenos márgenes económicos.
A pesar de este impulso, la sostenibilidad del crecimiento es incierta. Con la llegada del invierno, la producción podría desacelerarse. Si el factor reproductivo pierde relevancia, los incrementos dependerán exclusivamente de los márgenes económicos, que ya muestran señales de debilitamiento ante la caída de los precios de la leche en toda la UE.
Estados Unidos: auge industrial y expansión ganadera
El segundo gran polo de crecimiento se encuentra en Estados Unidos, que representa el 33,9 % de la producción lechera de los principales exportadores mundiales. Tras un año 2024 marcado por buenos márgenes y una fuerte inversión industrial, el país enfrenta ahora un exceso de oferta.
Rabobank informa de una inversión de 9.000 millones de dólares en 15 nuevas plantas de procesamiento de queso y suero, capaces de añadir 410.000 toneladas anuales de capacidad productiva. Esta cifra equivale a casi toda la producción anual de queso del Reino Unido. Como resultado, las regiones donde se instalaron estas plantas han visto un aumento acelerado de explotaciones y vacas lecheras. En los últimos 18 meses, el hato estadounidense creció en 200.000 cabezas, marcando el mayor incremento en 25 años.
Según Eucolait, la producción de leche en Estados Unidos aumentó un 3,2 % en agosto. Aunque el país logró superar parcialmente los problemas sanitarios de 2024 —como la gripe aviar que afectó gravemente a California—, el riesgo sanitario no ha desaparecido.
Sin embargo, la abundancia tiene un precio: los productos estadounidenses, como la mantequilla y el queso cheddar, se venden con descuento frente a la UE, erosionando los márgenes. A medida que la producción continúa expandiéndose, los precios internos de las materias primas se ven sometidos a una presión creciente.
La sobreoferta global y su impacto en los precios
Los tres grandes bloques productores —UE, Reino Unido y EE. UU.— se encuentran en una situación común: la oferta global supera la demanda. Los inventarios de productos lácteos están creciendo en todo el mundo, y la demanda interna y de exportación se mantiene estancada. Esto crea un entorno de precios bajos sostenidos que podría extenderse hasta 2026.
Incluso si la producción se estabiliza en los próximos meses, los almacenes llenos implican que la recuperación de los precios será lenta. Este escenario de exceso de oferta pone en jaque la rentabilidad del sector y podría provocar ajustes en la producción, cierre de explotaciones menos eficientes y consolidación empresarial.
Posibles estímulos: el efecto de los precios bajos
No todo es negativo. Un descenso prolongado en los precios de los productos lácteos podría estimular la demanda minorista, especialmente en categorías como la mantequilla. Los consumidores y fabricantes, que en los últimos años se vieron forzados a sustituir grasas lácteas por aceites vegetales más económicos, podrían volver a preferir productos de origen animal ante la reducción de costes.
Este cambio en la preferencia del consumidor podría ayudar a equilibrar parcialmente el mercado a partir de mediados de 2026, aunque no compensará por completo la sobreproducción actual.
Nuevos riesgos sanitarios y climáticos
El panorama sanitario sigue siendo frágil. Aunque la gripe aviar y la lengua azul parecen controladas, nuevas amenazas se ciernen sobre los rebaños: la dermatosis nodular contagiosa y la fiebre aftosa en Europa, además del posible ingreso del gusano barrenador del Nuevo Mundo desde México hacia el Reino Unido.
Cualquiera de estos brotes podría interrumpir el suministro y reducir la producción regional, generando oscilaciones en los precios. En paralelo, la variabilidad climática —sequías en algunas zonas y exceso de lluvias en otras— añade un nivel adicional de incertidumbre que afecta tanto al coste de los piensos como a la salud del ganado.
Perspectivas hasta 2026
Las proyecciones apuntan a que la presión sobre los precios persistirá hasta bien entrado 2026, cuando la producción empiece a ajustarse al nivel real de consumo mundial. Hasta entonces, el mercado lácteo vivirá un periodo de ajuste estructural caracterizado por una rentabilidad más baja, reducción de márgenes y posible redistribución de los flujos comerciales.
En este contexto, los países exportadores deberán equilibrar cuidadosamente su producción con la demanda real, evitar políticas de subsidio que distorsionen el mercado y apostar por la diversificación de productos de mayor valor añadido, como quesos artesanales, yogures premium y proteínas lácteas especializadas.
Mientras tanto, la industria enfrenta una paradoja: un éxito productivo que amenaza su propio equilibrio. La leche fluye más que nunca, pero los beneficios comienzan a escasear.
Fuente: https://www.agronewscastillayleon.com/

