Información y sustentabilidad

Información y sustentabilidad

La historia de esta lechería ubicada en Renaico, en el extremo norte de La Araucanía, comenzó con la compra de la primera parcela comprada por Doña Olivia Faundez y don Eugenio Zambrano, quien era quesero, él decidió independizarse y producir quesos con leche obtenida de sus vacas.

En 1977 comenzó la producción de Quesos Renaico, cuenta el actual administrador e hijo de Don Eugenio, Cristian Zambrano. Esta era una zona que en ese tiempo poseía muchos productores pequeños a los cuales Quesos Renaico les compraba su producción, tanto en localidades como Renaico y Negrete. “En invierno era muy poca la leche –recuerda Cristian- y en primavera se disparaba la recepción y había que comprarla toda dado el compromiso que siempre tuvo su familia con sus proveedores. Eso cambió con la lechería propia, que comenzó alrededor de los años ’84-’85, cuando partió con un equipo de ordeña móvil”.

La visión de sus padres era la de trabajar con un sistema integrado, que engloba desde la producción de los alimentos para los animales hasta el producto final, desde el pasto al plato. Eso no cambia y es por eso que hoy, con tecnología y una visión sustentable del sistema, esta empresa familiar continúa con la producción de quesos.

 

La lechería

Comenzaron con pocas vacas y poco a poco dejaron de recibir leche de productores externos. El paso siguiente fue avanzar con la sala de ordeña tipo espina de pescado, sumando el cambio hacia un sistema estabulado. Una decisión clave fue distribuir mejor los partos, para poder tener más leche en invierno y pasar a secar en primavera-verano.

La marca Quesos Renaico es reconocida actualmente, con varios premios como empresa y ya no hay sobreproducción. La leche excedente se comercializa a planta. “Hoy se trabaja menos días en la quesería. Mi padre puso un poco el freno en algún momento”. Un brote de tuberculosis hace muchos años hizo que su padre redujera el plantel casi a 60 vacas. Eso fue un punto que lo hizo reducir un poco la velocidad, combinando la leche con la crianza de ganado de carne. Era un hombre creativo y bien hiperquinético, recuerda.

 

Nuevos aires

En una zona en la cual han crecido los parques eólicos para generar energía eléctrica, producto de las condiciones de viento propicias para este propósito, Santa Olivia también comparte parte de su territorio con el proyecto de generación Eólica “Tolpán Sur”. Tras desarrollar parte de su carrera en Santiago en empresas de logística, transporte naviero y de tecnología, Cristian se estableció en Los Ángeles. Poco a poco comenzó a colaborar a su padre. “Siempre estuve conectado al campo y a mi regreso empecé a ayudarlo y el campo me reencantó. Cuando creces en el campo, como que no quieres seguir con esta vida, pero con los años me volvió a gustar. Empezamos a generar proyectos, aumentamos el plantel, llegamos a 85 vacas, establecimos algo de tecnología y pusimos riego por pivotes adicionales a los existentes. Eso también hizo que mi padre se entusiasmase nuevamente con la lechería”, comenta.

Al fallecer Don Eugenio en enero de 2019, Cristian tomó un rol más protagónico, si bien en sus últimos años había trabajado muy cercano a la lechería y con su hermana Verónica a cargo de la quesería. Junto a su padre, poco a poco vieron que tenían que evolucionar predialmente. Si bien tenían programado conocer una lechería robótica juntos, la idea le interesaba mucho. “Siempre buscábamos hacer cosas distintas, por eso estaba interesado. Nuestra sala antigua ya había cumplido su etapa”.

La sala de ordeña con la cual Eugenio Zambrano trabajó en Santa Olivia, recuerda Álex Álvarez, era un reflejo de ese espíritu innovador. “Era una sala atípica para el estándar de la zona. Era de línea baja, que va en beneficio de la vaca, adelantado a su tiempo. Él fue uno de los primeros en incorporar retirador automático y, posteriormente, lavado automático, dando pasos para poder ir avanzando tecnológicamente, siempre buscando cosas nuevas y la optimización”.

 

 

Pasos y decisiones

En enero de 2019 contaban con 80 vacas y se producía queso 2 a 3 veces a la semana, mientras que el campo seguía con pastoreo y una engorda Angus. La familia se reunió para decidir qué rumbo tomar. Con el convencimiento de dar un impulso productivo, la primera decisión fue ir hacia una sala de ordeño convencional nueva, más eficiente, de salida rápida, con la medida de no crecer más en personal y llegar a doblar el plantel en ordeña. Ese número era necesario para la sustentabilidad de Santa Olivia: Era imperativo crecer en vacas. “Comenzamos a ver y visitar otras lecherías, pero siempre el cálculo me decía que necesitábamos un lechero más, el cual no pude encontrar”, reconoce. No hay disponibilidad de mano de obra y gente joven que pudiera tomar la posta no había en la zona o bien no les interesaba el trabajo de lechería. Como profesional que se reencantó con el campo, con una visión muy ingenieril, destaca que, tanto en una convencional como en una robótica, el hecho de tener más datos es clave. “Antiguamente se manejaban con datos muy desfasados. Se llevaba un registro manual, con un sistema antiguo que más que nada controlaba la producción, salida a secado, todo muy básico, en tanto había muchas más cosas por hacer pero que no teníamos información desde el sistema”.

Primero averiguaron integrar sistemas de medición. Y llegaron a los robots. Antes de eso, se reunieron familiarmente para decidir qué hacer y se propusieron un proyecto de 4 robots, de los cuales ya hay 2 en funcionamiento. Esta decisión se tomó a finales del 2019. “Mis aprensiones como empresario eran el tema de los costos de operación, que eran más altos que el de una lechería tradicional. Las mantenciones  tienen que ser muy rigurosas y no se puede fallar, dependemos mucho de la capacidad de ordeña. Con el aumento teórico de producción, en papel, se cumplía. Lo bueno es que es un proyecto más simple de manejar, tienes acceso a la información desde cualquier parte. Eso es de gran ayuda y facilita la operación, genera una buena visibilidad sobre el sistema”.

La lechería robótica comenzó a operar en agosto del 2021. Fue complicada la preparación, construimos una sala nueva desde 0, y debido a la pandemia tuvimos retrasos importantes en la llegada de materiales (“Ahí me salieron canas en la barba”, acota riendo Cristian) y eso hizo que el proceso de construcción y puesta en marcha se alargara en varios meses a lo presupuestado. Fue caótico, subieron los costos, la pandemia complicó la construcción una enormidad, tenían los robots, ya estaban con las vaquillas proyectadas, pero tuvieron que seguir usando la sala antigua. Ponerla en marcha tuvo que esperar.

Santa Olivia es una de las pocas lecherías con pastoreo en esta zona. “Forma parte de la concepción de cómo queremos ver el producto, con la concepción de la vaca feliz, que está a libre pastoreo, con ordeña voluntaria. El bienestar animal está mucho más presente en este tipo de sistemas que en uno estabulado, sin desmerecerlo”. En 2022 quieren llegar a unas 170 vacas en ordeña. “Lo bueno es que llevamos más de un año de operación, lo cual nos ha generado harta información, lo que me permite filtrar las vacas, en que hay algunas que, por estructura, no son para el robot. Lo otro es que también hay algunas que no tienen carácter, siempre van quedando atrasadas y la voluntariedad se complica. En el día a día, trabajamos con esas excepciones”.

En la mañana, los trabajadores no están en la sala. Al llegar hacen un recorrido para ver las que pudieran atrasarse. Luego, en el día, están forrajeando o moviendo los cercos para el pastoreo. “En mi caso, estoy mucho más involucrado en la sala que lo que estaba antes, especialmente revisando la gran cantidad de información que genera el sistema””.

Al mes de operación, dice que un 50% de las vacas ya iba voluntariamente a la ordeña, a los 4 meses, ya iban prácticamente todas. Respecto al personal, fue un poco más lento, ya que el acostumbramiento al manejo estaba muy arraigado, pero que fue cambiando.

En el robot, las vacas reciben concentrado y el suplemento lo obtienen en el patio de alimentación. Tienen permiso desde el sistema para estar ahí 2 veces al día. “En general, siempre tuvimos muy buen manejo porque contamos con gente muy buena. Un beneficio concreto es que vimos que las mastitis han bajado un 60-70% de lo que teníamos, porque con la información que tenemos, las detectamos más tempranamente. Parte de mi labor diaria es revisar los índices para que puedan separarlas y las llevemos a revisión, con eso se hace buen manejo preventivo. También se ocupa la información del control lechero para ir viendo estos temas”.

Esta temporada tendrán información más actualizada y acertada frente al aumento de producción de litros de leche. Esto, por que el año pasado fue distinto, tanto por el acostumbramiento del plantel como la sequía que hubo en el sector, que complicó la partida del riego y el crecimiento del pasto. “Este año es más real hacer una comparación y estamos mejor que el año antepasado a pesar que no ha sido fácil, este ha sido un año lluvioso como no lo teníamos desde 2016: nos atrasamos en la fertilización porque no podíamos entrar con tractor al potrero, por que estaban muy blandos”, cuenta.

Como productor, explica que el beneficio mayor está en la información que le entrega el sistema. Saber con certeza qué ocurre con los celos, con la conducta de la vaca, con los procesos de ordeña, todo permite tomar decisiones más rápidas. En lo reproductivo, cuenta, están trabajando con collares para la detección de celos, dado que siempre estuvieron acostumbrados a la detección visual a la hora del ordeño. Ahora, las vacas están hasta en 3 potreros distintos durante el día y los collares al no estar integrados al sistema automatizado de separación, por el horario en que pasan a ordeñarse, no siempre se obtiene la información del celo a tiempo ." Estamos en una fase de acostumbramiento", reconoce.

Cuentan con dos trabajadores, el ordeñador fijo le reconoció que el cambio fue la mejor cosa que le ha pasado en casi 40 años. Para Cristian, la información a la mano y la visibilidad de la operación desde cualquier lugar, son el mayor logro. “Este sistema me da un poco más de independencia. En un sistema tradicional, si se va un ordeñador, me va a costar encontrar otro y hoy no hay jóvenes que quieran trabajar como ordeñador dado lo duro del oficio”.

Como familia, el cambio tecnológico le dio proyección a la empresa. “La tecnología le da sostenibilidad al negocio, proyección al futuro y creo que esa es la única manera. A Quesos Renaico, dice, todavía nos falta por dar a conocer que se está trabajando con un sistema que es mucho más amigable con las personas, los animales y con el medioambiente. Hoy decimos que es un queso que viene de vacas felices pero hoy podemos demostrar que estamos muy comprometidos con el bienestar animal, la ordeña siempre es igual, siempre de la misma manera e iguales procedimientos; con la voluntariedad, las vacas vienen a su propio ritmo, y vienen grupos más pequeños”, Los caminos están recubiertos y han funcionado muy bien, son cómodos para las vacas y no han tenido problemas de patas ni eliminaciones por ese concepto relata. La conducta del rebaño es muy tranquila, se nota un temperamento muy bueno y se aprecia en el acostumbramiento”.

“El sistema robótico era el camino adecuado para nosotros, porque somos más tecnológicos. Tenemos una operación que trabaja las 24 horas pero que por otro lado nos da la independencia y tranquilidad que si es necesario yo puedo manejar mi lechería completamente sólo y así ha pasado algunas veces y eso es impagable”.

 

 

FUNDO SANTA OLIVIA EN CIFRAS

Familia Zambrano-Faundez Renaico, Región de la Araucanía

  • 160 V.O.
  • 150.000 litros en 202
  • 2 robots de ordeña DeLaval V300
  • Pluviometría 2021: 766. En 2022, hasta ahora, 1200 milímetros. El riego depende de un canal abastecido por río fluvial y no de deshielo
  • 130 hectáreas bajo riego pivote
  • 35 hectáreas para bolos
  • 60 hectáreas ballicas
  • 20 hectáreas de alfalfa bajo riego
  • 12 hectáreas de ensilaje de maíz para 2023
  • 6 hectáreas maíz grano húmedo

 

Las opiniones

Sabine Euteneier, médico veterinario de Cooprinsem Los Ángeles: “Como Departamento de Ordeño Mecánico de Cooprinsem, hemos estado a cargo de la instalación, mantención y urgencias que compone un sistema robótico. Destacamos que no son sólo robots, sino que también cepillos rascadores, puertas separadoras, pisos de goma, junto a los silos Chore Time que complementan el sistema, además del sistema de gerenciamiento Delpro de DeLaval, además de los collares Nedap. Son muchos componentes que dan lugar a proyectos integrados para cubrir las necesidades del productor. Tenemos un apoyo técnico capacitado para los equipos DeLaval V300. Destacamos que Don Cristian se ha integrado al proyecto, lo que es muy importante para nosotros y estaremos pendientes a las necesidades que aparezcan”.

Álex Álvarez, Gerente de Grandes Cuentas de DeLaval: “La adopción de tecnología permite darle sustentabilidad a este negocio lechero, donde sabemos que la cantidad de ordeñadores escasea y hay fuertes problemas de oferta de mano de obra. Más allá de eso, el bienestar animal es importante, con mucha presión de parte de ciertos grupos. Estos sistemas desmitifican que el animal es explotado, aquí el movimiento es voluntario, las cojeras disminuyen porque no hay apuros, anda a su ritmo. La calidad de la leche aquí es muy buena, hacen quesos y es clave. La disminución de la mastitis tiene que ver con la consistencia en la ordeña y siempre hemos insistido con la rutina y, como toda rutina, está sujeta a error. Aquí la ordeña es siempre la misma. La robótica partió en la década del ’90, el camino recorrido es reciente y vemos que la gestión agrícola está mirando a la gestión de datos, ahora el paso es cómo procesarlos. Este es un proyecto con miras a 4 robots y esperamos que se cumpla. De paso, rendimos un homenaje a Don Eugenio, con quien comenzamos a trabajar en este tema y que estuvo en su ideario”.

 

Por: Hardy Avilés | Octubre 17 de 2022 | Fundos

Fuente: https://infortambo.cl/